El sábado, 30 de noviembre, fuimos con el coche a Berga. Cogimos la autovía A2, hasta la altura de Igualada. Llegamos en 1 h y 30 min. a Berga y allí tomamos café y bocadillos de jamón y tomate, pagamos 6 €.
Hemos visto que había un castillo y decidimos andar arriba para verlo. Como no encontramos ninguna indicación, subimos por una escalera destartalada.
Tuvimos que cruzar una carretera y seguimos por un "camino de cabras" por detrás del castillo.
Resulta, que la verja del castillo estaba cerrada, porque las visitas son guilladas. Con mucha probabilidad, el castillo de Berga se encuentra edificado sobre lo que los cronistas romanos del siglo II a.C. llamaron castrum vergium: una construcción defensiva de los íberos de la zona. Bajo el amparo de esta edificación militar crece lo que con el tiempo llegaría a ser la ciudad de Berga y, recíprocamente, con el crecimiento de la ciudad también lo hizo el castillo en dimensiones e importancia. Documentado en 1095, en el año 1190 pertenecía de los señores de Berga. A lo largo de este siglo y del siglo XIII se amplió considerablemente.
Luego fuimos al cercano Santuario de Queralt situado en la ladera oriental del Castell berguedà, cima de la Sierra de Queralt, a una altura de 1200 metros. El lugar donde hoy se levanta el santuario corresponde, según parece, al espacio que habría ocupado el castillo del trobador berguedá Guillem de Berguedà.
Hay rutas de senderismo allí, las vistas son bonitas, me gustó ver unas alquilas volando.
Desde arriba hemos visto el embalse de la Baells. Ya que está cerca, decidimos verlo, pero nos confundimos por el lío de carreteras y sin querer fuimos al pueblo de Cercs. Paramos cerca para hacer unas fotos.
En el pueblo era muy pequeño y no había nadie en las calles. Bueno, por lo menos vimos el embalse de cerca.